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La autoría individual de las ideas proyectuales

La autoría proyectual en el ámbito público

Ahora bien, cuando hablamos de la autoría individual de las ideas proyectuales creo que, volviendo al inicio, no somos todos iguales en términos de habilidades.

Si bien, teniendo un compromiso con lo que se hace, me parece totalmente legítima la búsqueda que tiene que ver con el reconocimiento del propio trabajo, y esto nos pasa a todos; el reconocimiento puede tener distintas formas, sea monetario o de prestigio. Sobre las ideas proyectuales primero diría que, en el proceso de producción de un plan o de un proyecto urbano donde se proponen transformaciones estructurales sobre los objetos que se está trabajando en cuanto al tamaño, son de gran complejidad y normalmente tienen múltiples actores.

Me refiero a actores institucionales, sociales y políticos, pero además en los propios equipos interdisciplinarios. Esto significa que las ideas que pueden llegar a ser hegemónicas o que pueden llegar a dar la orientación de un proyecto, tienen que ver con cuál es el factor que da lugar a ese proyecto, y pueden provenir de un abogado, de un economista, de un sociólogo o de un antropólogo, o sea de distintas personas pueden llegar a tener ideas claves para la formulación de un proyecto. Estas ideas resultan claves porque son las que van nutriendo ese pensamiento complejo que acaba teniendo que ser sintetizado en una respuesta. El que dirige ese proyecto y todos los que trabajan en eso tienen que ir acumulando saberes para poder hacer una última interpretación y finalmente quizás hacer una devolución.

El aporte del arquitecto en el proceso proyectual

Dicho esto, que es un reconocimiento de la disciplina en general, me hago la pregunta desde el lugar que tenemos los arquitectos fundamentalmente, porque ahí es donde el tema es muy polémico. El tema de la hegemonía de los arquitectos es la planificación, y esto en mi experiencia profesional suele traer cierta envidia. Para que un proyecto o un plan sea más que un libro de biblioteca necesita tener un plus, y ese plus proviene de la capacidad de interpretación, de la capacidad de síntesis y de la capacidad de proponer, a raíz de esa suma de saberes que se han ido acumulando, y que logran hacer un salto cualitativo. Me refiero a un salto que incluye el reconocimiento de la viabilidad y del alcance, que no te fuiste a cualquier lado con lo que estás proponiendo, sino que estás muy vinculado a que la propuesta pueda ser objeto de interés del interlocutor. Esa capacidad de dar un salto cualitativo no es fácil de dar, necesitás un lugar en la coordinación de esos proyectos, y habitualmente somos arquitectos los que ocupamos esos lugares.

Esto no es menor porque ahí digo que es un tema que trae mucha envidia.

Si bien es verdad que hay politólogos, sociólogos, y gente brillante en el campo de la antropología también, cuando es necesario que ese conjunto de saberes se reinterprete y se transforme en una idea sobre el espacio, en una traza que transforma algo, que defina límites y articule espacialmente, en mi experiencia, los que hemos reunido hasta ahora esos atributos solemos ser arquitectos. Esto se da porque tenemos un sustento atrás de muchos años de manejo del espacio, de trabajar sobre el espacio como materia prima.

Con esto no estoy queriendo decir que siempre es una interpretación con aciertos, porque hay muchos desaciertos también. Tenemos muchos colegas cuyos desaciertos son brutales, creyendo que con la mano se puede hacer cualquier cosa. Pero cuando hablo de acierto hablo justamente del reconocimiento, de tener la lucidez para saber que uno se tiene que nutrir de esos múltiples saberes para conducir hacia algo integral e integrador.

igo esto tomando palabras de un libro de Marcelo Corti que me gustó mucho, que habla del desafío de que las intervenciones sean integrales e integradas, integrales por razones obvias, como la perspectiva de territorio integral que integra justamente todas las complejidades que supone, e integradas para generar desafíos subyacentes, como el de propiciar la existencia de sociedades integradas en nuestra comunidad. Ese juego de palabras me parece interesante. Por eso digo que hay atributos que tienen que ver con un manejo de espacios, que hay que trabajarlos y hay que aprenderlos. Es un tema que inclusive, si uno ha trabajado con economistas, abogados o escritores, y te dicen: «Sí, yo sé lo que quiero decir, pero no lo sé dibujar». Si no sabés dibujar, es como si yo dijera: «Yo sé la idea, pero no puedo escribir». Si no podés escribir, es que no podés formular la idea. Todo esto es un aprendizaje, y me costó más de una vez sobre todo cuando dirigí equipos donde tuve que ser muy sutil reconociendo esto porque la mayoría se ofende.

Hacia una autoría colectiva del proyecto urbano

Finalmente, después de todo esto creo que no es posible reconocer una autoría individual. Me parece que los proyectos de planificación y urbanismo tienen que estar en cabeza institucional, es decir, hay un autor principal de la institución que le da vigor, que los promueve. Y a raíz de ahí, por debajo de esa situación institucional, aparecen los equipos técnicos y coordinadores, donde uno tratará de ser lo más equitativo en la distribución de roles. Inclusive con los equipos que no son de la propia institución, equipos externos constituidos para consultoría, aunque su producción y aporte sea muy poco.

Creo que en realidad eso es lo coherente con la entidad de este tipo de proyectos, que exigen un cierto acto de humildad por parte de los arquitectos fundamentalmente, aunque por ahí sabemos que en algún momento pusimos ese plus. En ese sentido creo que hay que hacer una distinción bastante importante de saber cómo fuiste capaz de producir ese plus, porque en realidad también te abrevaban una serie de personas que te fueron abriendo la cabeza y que te permitieron dar ese salto.

No debemos caer en el pensamiento del arquitecto individual de su estudio que cree que, porque hizo los detalles constructivos, todos los que no hicieron eso, quedan afuera y él es el titular del proyecto. De cualquier manera, para completar el relato de estas cuestiones, cuando se trate de lo colectivo, de lo institucional, el tema requiere una cierta maduración, entre los propios profesionales que estamos inquietos por esto. Porque la tradición de lo individual y de lo público en sí supone una especie de revisión de muchas inercias previas.

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