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Una mirada sobre los territorios excluidos; la transdisciplina como horizonte transformador

Nuestro objetivo es evidenciar la necesidad del abordaje del hábitat popular desde su complejidad. Para esto, proponemos problematizar su noción vinculándola con la exclusión desde una perspectiva crítica y transdisciplinar. Articulando esferas y posibilitando una mirada amplia, donde creemos que se gestan nuevos horizontes transformadores, que visibilizan y reivindican la cultura popular.

Disolviendo fronteras, tejiendo redes.

La producción de obras que interpreten y recreen la sensibilidad popular, que sean significativas dentro del proceso de liberación, requieren una participación vivencial en la cultura del pueblo, un conocimiento científico y una crítica política de las estructuras sociales y comunicacionales.

García Canclini, 1973

Éste trabajo se gesta en la iniciativa de abordar la creación de una producción escrita que tome la noción del hábitat popular y algunas de sus problemáticas urbanas desde una mirada transdisciplinar como una forma específica de trabajo y de producción de conocimiento.

La intersección disciplinar como lugar de encuentro no sólo de vínculos académicos sino también políticos; es pensada a partir de los conflictos y las tensiones que esto genera. Así, surge la necesidad de articular nuestras motivaciones, partiendo desde nuestros saberes y refundando lugares comunes desde una perspectiva que reflexione de manera crítica sobre nuestras áreas de conocimiento: Arte y Arquitectura.

Nuestro escrito se produce desde la idea de que el conocimiento se construye, es dinámico y que nuestra mirada no es neutral, ni individual. Consideramos también que no puede pensarse la investigación disociada de la intervención desde la práctica misma, ya sea la docencia, nuestras tareas en los ámbitos laborales y la de producción del saber.

En principio y para introducirnos en el tema, partiremos definiendo hábitat digno como

El acceso universal a la tierra, la vivienda y a las infraestructuras básicas y los equipamientos sociales, los servicios y los espacios de trabajo y producción en un marco de respeto de los rasgos culturales y simbólicos de la comunidad y de la preservación del ambiente, según las particularidades del medio urbano y del rural”.

HABITAR Argentina, (2015, p. 2 )

Ante esta definición nos preguntamos ¿es el hábitat entonces una sumatoria de accesos? Para indagar en éste cuestionamiento, proponemos poner en tensión el habitar frente a la exclusión socio/territorial, nos preguntamos acerca de si quienes no tienen acceso al hábitat digno, son verdaderamente “excluidos”.

Entendemos, siguiendo a Bustelo y Minujín (1997) que el concepto de exclusión “no es absoluto sino relativo, ya que su variable es dinámica y depende del grado de inclusión en términos de lo que se entienda como cercanía o lejanía del objeto mismo de la exclusión. (P,28 )Por lo tanto, “(…) no es que haya un ‘in’ y un ‘out’, sino un continuum de posiciones que coexisten en un mismo conjunto y ‘se contaminan’ recíprocamente” (Castel, 2006, p. 446).

Para Lo Vuolo (2004) la exclusión social no es una ausencia de relación, sino más bien una forma particular de la misma. “Ninguna persona queda fuera de la sociedad sino que existe un ensamble de posiciones relativas, entre las que no hay líneas divisorias claras. Se verifican permanentes flujos entre las distintas zonas de cohesión social” (Lo Vuolo, 2004, p. 210).

Teniendo en cuenta los posicionamientos conceptuales mencionados, es que reflexionamos sobre la exclusión como una construcción social, que indudablemente es parte de un engranaje mayor, un sistema que contempla e incluye en su funcionamiento (y como un eslabón fundamental) a “los excluidos” como parte de una estrategia política, propia del mercado neoliberal.

Partiendo de ésta consideración es que nos interesa empezar a problematizar los conceptos que parecieran ser estáticos, remotos y analizar algunos de los supuestos que habitan en ellos.

Si entendemos al hábitat digno únicamente desde las carencias, podemos cometer el error de reivindicar la integración desde lo material, como si la misma fuera la suma de elementos. Incluso pareciera haber una planificación tan distante y estructurada que solo ve desde el tablero, que confunde el territorio con el mapa, que habla de planificación urbana y no habla de verbos como caminar, mirar, cuidar, comer, crear, trabajar. La ciudad de La Plata, por ejemplo, es la ciudad con más villas y asentamientos del país (según RENABAP, 2018) y sin embargo es conocida como la ciudad de las diagonales, las avenidas y la planificación. Mapa y territorio entran en contradicción.

Figura 1. En azul Los 188 Barrios Populares Relevados Por El Gobierno Nacional En La Plata, Berisso Y Ensenada / Web

Cuando la ciudad sólo es concebida desde la óptica de los arquitectos, los técnicos, pareciera que todo es ordenado e inmovil. Sin embargo el territorio se mueve (más de lo que nuestras disciplinas pueden comprender) y por eso resulta acotado abordarlo desde un mero espacio disciplinar, así como también es necesaria la revisión metodológica dentro de las mismas.

Es importante reconocer y visibilizar que la exclusión habita en todos los lugares, tanto en los habitantes como en la segregación simbólica, habita en los espacios materiales tanto como en los inmateriales y en el acceso a todas las esferas del conocimiento. Por esto, creemos que la integración transdisciplinaria de los estudios sobre la exclusión ofrece herramientas claves para considerar el hábitat popular urbano y el acceso para los territorios excluidos. Estos temas son urgentes y no pueden pensarse sólo desde el urbanismo, la arquitectura, o desde el capital simbólico. Es decir, no podemos tener visiones unilaterales. Por el contrario, el hábitat popular debe ser repensado teniendo en cuenta por ejemplo, las producciones de sentido que allí surgen, ya que no puede ni debe abordarse la problemática de la vivienda de los sectores populares sin comprender el contexto, las historias, prácticas estéticas y los símbolos de los mismos habitantes.

Debemos articular y sumar los aportes culturales de los propios actores, como sujetos que consumen y producen sentidos, en un contexto sociopolítico determinado, que producen ciudad, que son producto de la misma y que son inseparables de la cultura en el amplio sentido de la palabra. Éste juego no es más que una vuelta para demostrar que el proceso no es lineal; como sí lo son las metodologías que utilizamos.

Desde este lugar pensamos y creemos que hay que “mirar con nuevos ojos” parafraseando a Denis Najmanovich sin ponernos en lugares de otros, sin actuar vidas que no vivimos, sino por el contrario exprimiendo nuestro bagaje cultural y nuestras posibilidades. Entendemos que mirar es un acto también del pensar y que las miradas no son inocentes ni objetivas, sino que pueden ser transgresoras, por eso nuestra intención es abrir más que determinar.

El pensamiento disciplinar en el que estamos formados cualifica, cuantifica, define sólo desde los lentes racionalizados de la modernidad, desconoce creencias, mitos, costumbres, hábitos, rituales, ceremonias y producciones estéticas de sentido.

Figura 2 Fotografía tomada por Rodrigo Sarmiento . Barrio Padre Carlos Mujica .año 2020, Insumo gráfico para una producción artística.

El planteo de este trabajo consiste en ir más allá del repensar la ciudad, sus prácticas y simbolismos desde la transdisciplina para elaborar una propuesta donde el hábitat popular, como parte de la noción de ciudad, sea analizado en su complejidad. Pero no la complejidad entendida como la suma de variables; complejidad y dificultad muchas veces se confunden. Entender la complejidad es salir del pensamiento simplista donde causas y efectos explican problemas; para posicionarse en un pensamiento vincular, relacional, donde las redes de procesos determinan y transforman lo que vemos. En relación con la planificación urbana, pero también en tensión con ésta y en coordinación con el trabajo, la educación, el deporte, el ambientalismo, el arte y la vida.

Figura 3 Producción artística. “La 31” Tinta gráfica y transferencia s/papel 2020. Ana Daguerre. Obra de arte en el marco de proyecto de graduación “Poéticas de una cartografía Visual de la Villa 31” (2020) Financiada por el Fondo Nacional de las Artes.

La figura 3 formó parte de una producción artística realizada por Ana Daguerre, constó en 31 estampas gráficas que se llevaron a cabo a partir de un registro visual y un proceso de abstracción atravesado por diferentes procedimientos artísticos. La inclusión de esta imagen en el escrito tiene que ver con que esta obra fue parte de un proyecto donde se propuso pensar el espacio desde una mirada inspirada en los estudios arqueológicos, donde los registros visuales iniciales fueran la punta del iceberg, el comienzo de una exploración a través de sucesivas capas que pudieran dar cuenta del presente, pero también del pasado de ese lugar, por medio de diferentes objetos y materiales. Esa dimensión material se vincula íntimamente con la dimensión social, cultural, y contextual de la Villa 31 y es reivindicada por la organización popular en la lucha por condiciones dignas para el hábitat.

Resulta interesante pensar, no sólo el intercambio colectivo y transdisciplinar sino en las reflexiones propias a la propia disciplina, en ese sentido la producción artística antes referenciada (Figura 3) se situó en repensar un contexto determinado: La Villa 31, esta referencia particular buscó generar una reflexión situada desde la propia práctica artística, repensando las relaciones con nuestros entornos haciendo énfasis en los procesos de construcción/deconstrucción tanto físicos como sociohistóricos. De esta forma, se establecieron analogías simbólicas y formales mediante las búsquedas poéticas y las elecciones procedimentales.

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