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Arquitectura, urbanismo y compromiso social

Viendo las cosas en esta perspectiva, es necesario pensar también en los activos intangibles y en el valor civilizatorio de cada propuesta, de cada proyecto. 

La arquitectura y el urbanismo del siglo XXI deberían estar basados en la consideración del ser humano y de los otros seres vivientes en primer lugar, asumiendo que estamos interviniendo en un mundo frágil.

Medio ambiente, desigualdad social y movilidad forman el conjunto de problemas urbanos más significativo, común a las grandes ciudades y ellos no pueden ser enfrentados aisladamente. El trípode ambiente-desigualdad-movilidad esta en el centro de la cuestión urbana que caracteriza a las ciudades del siglo XXI. Los problemas ambientales están  asociados a saneamiento, a la contaminación del aire y de las aguas y al consumo de combustibles fósiles. La desigualdad social está estrechamente relacionada al acceso a los servicios públicos donde la infraestructura urbana tiene papel relevante. Y la movilidad a su vez se agrava proporcionalmente a la expansión de la ciudad y a la intensidad del uso del  modo automovilístico. 

Pero la interdisciplinariedad no se promueve sin la dimensión espacial como estructura.

Hoy el desarrollo económico y social tiene que estar pensando asociado a la cuestión urbana y en este sentido el diseño urbano puede contribuir significativamente para un desarrollo equitativo del territorio al propiciar la distribución democrática de los equipamientos e infraestructuras urbanas.

La sostenibilidad tiene que ver con la historia de la constitución-acumulación del proceso de urbanización del planeta, lo que demanda interpretarla lógica de los lugares y su proceso de sedimentación.

Es  claro que la cuestión de la sostenibilidad no pasa solamente por el consumo energético. Básicamente se trata de una cuestión cultural, esto es, que envuelve una serie de otros factores “no cuantificables” tan importantes cuanto los energéticos, referidos a los hábitos de consumo, de comportamiento social, de desplazamientos, de localización, de respeto a la memoria acumulada, a la constitución de los lugares y a las relaciones que las personas y las edificaciones mantienen entre sí y con el espacio en común; con las transiciones entre lo individual y lo colectivo, entre lo público, lo semipúblico y lo privado. Se trata de una intrincada red de interacciones entre factores objetivos y subjetivos, entre lo real y lo imaginario y entre lo material y lo inmaterial, cuando hablamos de sostenibilidad.

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