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Arquitectura, urbanismo y compromiso social

Desde esta perspectiva, urbanizar favelas implica, partiendo de la interpretación de las demandas de la población,forzar el caos hasta encontrar la lógica. Pero, ¿qué es un proyecto arquitectónico o urbanístico, más allá del rasgo y del estilo? Aunque estos configuren una de sus dimensiones no agotan la cuestión: un proyecto es algo lanzado al futuro e implica asumir desafíos. Lo que denominamos de “realidad” tiene que ver con el juego  de signos, y un proyecto no se reduce a una posibilidad de interferencia, de relectura y re significación.

Nuevas articulaciones entre ética, estética y política pueden contribuir significativamente en la búsqueda de una dirección para el devenir urbano, donde el sujeto encuentre una resonancia en las sobre determinaciones y las tres dimensiones apuntadas se enlacen permanentemente sin imponer jerarquías.

En esta vía, el paradigma estético tiene fuertes implicaciones ético-políticas porque el que hable de creación, habla de responsabilidad de la instancia creadora en relación con la cosa creada, en inflexión del estado de cosas, en bifurcación mas allá de esquemas preestablecidos.

Y porque el trazo marcante de nuestras sociedades contemporáneas es su división y su heterogeneidad, la cuestión que se coloca es ¿cómo hacer de estas sociedades  “ontológicamente plurales” atravesadas por conflictos tanto económicos como sociales y de género, que se expresan tanto en el campo del Estado como en el campo de la cultura y la ciudad, conjuntos inteligibles sobre los cuales se puede intervenir?

 La heterogeneidad devino  la marca de fábrica de nuestras sociedades y por esa razón la articulación de diferencias a través del proyecto arquitectónico y urbanístico, está en el centro de las cuestiones contemporáneas y define el rol social, insustituible, de nuestra profesión.

Para Laclau, esta tarea tiene que ver con la contribución para la emergencia de  “voluntades colectivas”, siempre cambiantes, tarea que no se restringe al Estado o a los políticos. 

En este contexto general, el arquitecto debe tener en cuenta demandas sociales dispersas, ayudar a que se manifiesten e intenar “articularlas”, esto es, darles una coherencia que permita la acción.

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