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Domesticidad(es) queer. Aproximaciones desde la perspectiva/experiencia queer sobre los espacios domésticos

Luego de posicionarnos sobre lo queer y el espacio (físico/social) indagaremos su encuentro en lo doméstico. En una reflexión sobre la experiencia e identificación en clave queer situaremos dos aproximaciones sobre lo cotidiano: la experiencia individual, en nuestro hogar unifamiliar, y la comunitaria, revisitando la experiencia de la Aldea Gay. Proponer lo cuir como categoría espacial, reflexionar sobre la domesticidad que producimos quienes habitamos como queers y la domesticación que produce el espacio sobre nuestras identidades, son búsquedas para cuestionar lo establecido en ámbitos académicos y otros espacios de producción de conocimiento, desde las militancias por los derechos LGBTI+, los feminismos y otras colectivas activistas que buscan universalizar el conocimiento, transversalizar las miradas antipatriarcales y alcanzar la igualdad en todos los ámbitos, particularmente aquellos donde transcurren las domesticidades.

Situarnos

Para aproximarnos, voy a intentar detallar el lugar desde donde escribo, porque entiendo que así, situades, podremos facilitar nuestro diálogo. Me estoy identificando queer y, dada mi expresión de género (1), suelo ser leído en clave masculina. Me formé como arquitecto y urbanista y habité la ciudad como varón / varón gay gran parte de mi vida. No puedo negar esos privilegios de pasar por hombre, sano (capacitado) y productivo. Sin embargo, la propia práctica del activismo, los estudios de géneros y la teoría queer me han interpelado profundamente, de modo que estoy siendo una persona que se identifica en clave queer. Como activista por las causas LGBTIQ+, feministas, antipatriarcales y decolonialistas y como arquitectx escribo sobre los espacios primarios: hogares, células de las ciudades donde transcurren los cotidianos.

A esta descripción puertas adentro (2) le corresponde un contexto público de agenciamiento y alta incidencia política de los feminismos y los movimientos de diversidad/disidencia sexogenérica: el debate sobre la emancipación de las personas con capacidad gestante en la disputa y decisión sobre sus propixs cuerpxs, la inclusión laboral de las personas trans y travestis, la posibilidad de una registración adecuada de las personas no binarias en su documentación identificatoria y una situación global de salud, que fue anticipada por los movimientos ecologistas, antiespecistas y anticapitalistas y desoída por todas las esferas del poder, una epidemia mundial que requirió, en diversos formatos, la reclusión al espacio doméstico o cierto grado de excepción del uso de lo público y que, planificadas como nuevas normalidades, se trata ni más ni menos que de nuevos modelos de producción, relaciones y gestiones de la distancia social y física, especialmente en contextos urbanos.

A modo de última nota antes de comenzar agregaría que, como toda aproximación en estas claves, bien podría estar escrita entre signos de interrogación, de punta a punta, pues se trata más bien de hacer nuevas preguntas y proponer ampliar tensiones que de dar certezas. Son reflexiones compartidas para que abordemos colectivamente otras construcciones sobre lo que sabemos, interpelando a nuestras profesiones y campos de estudio de manera más compleja, dinámica y política.

Lo queer

Vamos a proponer un recorte del término en cuestión (queer) y de los universos de estudios que intentaremos abordar (lo queer y lo doméstico). Enmarcar y definir por completo estos lugares es una tarea que nos desborda, que superaría las dimensiones de este artículo y, dada la fluidez del propio concepto, haría caer la tarea en un absurdo, ya que no entendemos lo queer como algo que es, sino que está siendo o será, tal como sugiere José Esteban Muñoz (2020: 29): “Nunca fuimos queer, pero lo queer existe para nosotrxs como una idealidad que puede destilarse a partir del pasado, y usarse para imaginar un futuro. El futuro es el dominio de lo queer”.

Vamos a establecer para este diálogo una breve etimología y dos definiciones: el origen del término y su concepción en términos de identidad/identificación, por un lado, y de posicionamiento político/teórico, por otro. Son estos lugares de partida los que permitirán indagar en ese espacio de transición que propone el situarse desde la complejidad de interpelar el estudio del espacio doméstico desde la perspectiva (teoría queer) y la experiencia (identidad queer).

En el rescate de la etimología de la palabra queer, Preciado señala que el término era un insulto en la lengua inglesa, que en el siglo XVIII se utilizaba para nombrar lo excéntrico, lo que falseaba el orden de lo esperado en las expresiones de las personas. El término queer buscaba emparchar aquello que no se sabía nombrar: “un fallo en la representación lingüística” (Preciado, 2017: 9) (3), como una característica de algunxs sujetxs cuya representación o lectura, en términos de expresión de género, resulta socialmente compleja, entendiendo la complejidad como la variación sobre las expresiones deseables e impuestas -anatomías, modos, roles y demás expresiones y características- que, en términos hegemónicos, no corresponden con las asignadas desde el nacimiento y que, en clave cis y heteronormada (4), recae únicamente en dos polos opuestos, invariables y que indefectiblemente se atraen: hombre y mujer. Lo queer designaba, en cambio, a lxs seres que habitaban cuerpos que desafiaban al sistema (re)productivo y a su institución más sagrada: la familia natural, aquella que es patriarcal, monogámica y perpetua (Femenías, 2015). Reproducir la especie (y las naciones) no eran tareas para invertidxs. Entonces, seríamos queer todas aquellas identidades que, al desbordar las fronteras de lo humano, devenimos infrahumanidades que deben ser expulsadas del espacio social, migrando forzosamente a la vergüenza (Preciado, 2017).

Parafraseando a Carlos Jáuregui (5): a la vergüenza con la que nos educaron se le respondió, políticamente, desde el orgullo. Desde ese des-tierro lingüístico con el que nos negaron a lxs peligrosxs, subvertimos el idioma en varias ocasiones. Queer es un ejemplo de uso extendido a nivel global, pero, si queremos indagar en aproximaciones más cercanas, también encontraremos el uso del término cuir y otras expresiones que resignificaron insultos para emplearlos como identidades políticas; por ejemplo, el término travesti, especialmente en Argentina.

Al respecto y, casualmente utilizando términos próximos a la infraestructura urbana, Marlene Wayar recupera el saber de Lohana Berkins (6), que problematiza a las travestis como identidades cloacalizadas por la sociedad (Wayar, 2018). En el calor de las luchas feministas también se han reivindicado identidades disidentes varias que reciben su nombre en términos de la devolución de un insulto en clave política (7).

También sucede que, así como lo queer es a la vez teoría (8) y práctica, que desborda siempre lo binario (9) y, a su vez, es un concepto pasible de ser situado, por lo que algunes compañeres nos invitan a pensar lo cuir como identificación para nuestras latitudes, desde esa mirada el trabajo de Juan Péchin es de gran aporte al historiografiar y territorializar la perspectiva queer/cuir en Argentina y Latinoamérica (e Iberoamérica) problematizando «el sostenimiento del anglicismo que la nombra para visibilizar las condiciones colonialistas de esta propuesta emancipatoria” (Péchin, 2017: 6).

La pregunta es válida: ¿puede el término queer definir identidades y teorías locales en un territorio cuyo proceso de independización es una deuda de más de quinientos años? Pero, de nuevo, nos desborda y nos corremos del eje. Podemos por ahora abrazar la complejidad de trabajar aquí lo queer y lo cuir, a la par y en contrapunto. Ésta no será la última de las contradicciones o reflexiones abiertas que propongamos.

La siguiente dimensión de lo queer/cuir es el (des)anclaje temporal. Para recuperar el concepto en términos próximos a nuestro campo de estudio, Ece Canli en Queering design propone la idea de queering como movimiento o proceso mediante el cual, a través de la aplicación de la teoría queer, el diseño podría desmarcarse de las pautas sexogenéricas dominantes (heteronormadas y binarias) con las que es cómplice de expulsar del sistema a las personas queers (Canli, 2015). En estas concepciones ligadas a la temporalidad y la acción, así como hay una propuesta de desmontar lo que se excluye desde el diseño (en todas las dimensiones), por prejuicios sobre las expresiones e identidades de géneros, existe una propuesta de pensar lo queer como horizonte utópico, como plantea el abordaje de Muñoz, que recuperábamos al inicio: “Vivir en el tiempo hétero-lineal y pedir, desear e imaginar otro tiempo y otro lugar es representar y performar un deseo que es tan utópico como queer” (Muñoz, 2020: 70). La idea de vincular lo queer con lo utópico tiene su contexto en el mismo marco donde entendemos el futuro en otras claves: no binarias, permeables (10), sin violencias y libres; es decir, un futuro utópico (¿pero alcanzable?) donde se cumple la consigna: para todes, todo (11).

Interpretamos, entonces, que habitamos lugares signados por categorías únicamente binarias, espacios que están generizados (y con su identificación designan roles, modos y usos) y que son aún tiempos violentos contra las identidades que se desmarcan de lo hétero-lineal, o pretenden hacerlo.

En esas proyecciones idealistas y de (de)construcción hay un fuerte vínculo entre los espacios feministas, decolonialistas, LGBTI+ y queer que atraviesan con sus miradas lo urbano, la planificación, el diseño y la materialización de las ciudades. Los recuperaremos en breve, pero antes vamos a recapitular los puntos de inicio y continuamos. Abordamos entonces queer como expresión para nombrar lo que no debe ser (el fallo) y lo queer como universo alrededor de estas ideas e identidades, la teoría queer como marco conceptual (aún casi siempre académico, blanco y cisgénero), lo cuir como tensión desde el sur global (occidental), la identificación queer/cuir como expresión disidente (12) de las categorías del sistema sexogenérico y la acción queering/cuirizando como movimiento: estar siendo, proceso y utopía.

Desde esas categorías e ideas abordemos lo doméstico.

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