Suscribir al newsletter:

El espacio en las voces de la vida cotidiana.El caso de las promotoras de hábitat saludable de Ciudad Evita

Se profundiza en la relación entre la configuración del espacio de los barrios populares y las prácticas sociales que cotidianamente realizan las mujeres, aportando un análisis para la producción de una arquitectura situada en los problemas sociales. Se realiza un recorrido por los problemas y deseos expresados por mujeres en talleres de “Promotoras de hábitat saludable” coordinados por Proyecto Habitar.

En los relatos de la vida cotidiana de las mujeres de los barrios populares podemos observar la relación entre la desigual distribución sexual del trabajo y la desigual distribución del espacio de manera agudizada. En territorios alejados de los centros urbanos y del transporte público, con servicios urbanos deficientes y escasos equipamientos, las mujeres se mueven en busca de soluciones para sostener las tareas socialmente asignadas al género femenino. La forma de la informalidad (Jaime, Salvarredy, 2014) el modo en el que resuelven las tareas, los objetos que se utilizan y la distribución del espacio nos pueden brindar indicios sobre cómo se manifiesta la desigualdad desde la perspectiva de la interseccionalidad en el espacio.

La perspectiva de la interseccionalidad nos permite abordar en clave política la desigualdad urbana. La trama compleja de desigualdades que recae en algunas personas ha sido abordada y denunciada por varios grupos feministas a lo largo de la historia, incluso antes de nombrarla. El uso del concepto “interseccionalidad” se ha convertido, como plantea Viveros Vigoya (2016: 5): “en la expresión utilizada para designar la perspectiva teórica y metodológica que busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder”. A su vez, se adjudica el término interseccionalidad a la abogada Kimberlé Crenshaw, quien lo utilizó para denunciar la discriminación laboral de las mujeres afroamericanas en una empresa de Estados Unidos, en la década del 80.

Recorriendo los barrios populares del sector contiguo a Ciudad Evita (1), en La Matanza, nos encontramos con una fuerte presencia de las mujeres en la calle. Podemos verlas en la plaza de la iglesia esperando el táper con comida al medio día y por la tarde; mientras se alarga la fila, mujeres de múltiples edades conversan con las que trabajan en el comedor, se pasan información sobre la agenda del médico que visita al barrio una vez por semana, los trámites de documentación para extranjeros, los talleres de construcción, entre otras actividades barriales. Se las percibe en los patios lavando, cargando materiales, acomodando mientras cuidan a les niñes y en las ventanas de los kioscos que funcionan en una habitación de la casa. La mayoría está desempleada, salen poco del barrio, ocasionalmente para hacer trámites al centro o a comprar, buscando precio para la comida y los materiales de la construcción. En estos casos deben hacerlo caminando o arreglar con quienes tienen auto y consiguieron permiso para circular. Para acceder a un medio de transporte público deben caminar un kilómetro por senderos de tierra sin iluminación, donde se acumulan basura y agua.

En este escrito se propone profundizar en la relación entre la configuración del espacio de los barrios populares y las prácticas sociales que cotidianamente realizan las mujeres, esbozada hasta aquí, mediante un recorrido crítico por los problemas y deseos que las mujeres expresan sobre su hacer cotidiano. En ese sentido, se pretende aportar a la desnaturalización de los roles asignados según género e identificar posibles abordajes de este problema social desde la producción arquitectónica.

Metodológicamente se trabajó con un enfoque antropológico en la lectura sobre la relación entre las prácticas sociales y las condiciones físicas del espacio. Los datos son cualitativos y fueron aportados por mujeres que participaron de los talleres de “Promotoras de Hábitat Saludable”. Previo análisis, se seleccionaron aquellas expresiones que manifiestan conflictos asociados al espacio y se agruparon por problemáticas afines.

PROMOTORAS DE HÁBITAT SALUDABLE

El proyecto “PROMOTORAS DE HÁBITAT SALUDABLE” consiste en un proceso de formación para el desarrollo de acciones comunitarias de mejoría hacia un hábitat saludable. Se trabaja en base a las reflexiones que surgen de las necesidades y requerimientos de las tareas de producción y reproducción que sostienen las mujeres en los barrios populares. Forman parte del proyecto un grupo de mujeres habitantes de asentamientos informales de Ciudad Evita, en La Matanza, y un equipo de docentes y estudiantes de la organización Proyecto Habitar (2). El proceso inició en el mes de junio del 2020 y se encuentra en actual desarrollo. Debido a la pandemia y las condiciones de aislamiento social obligatorio en nuestro país, se comenzó de manera virtual mediante llamadas telefónicas y comunicaciones por WhatsApp y, cuando las condiciones climáticas y legales del aislamiento social preventivo y obligatorio lo permitieron, se desarrollaron talleres de capacitación en obra al aire libre.

El proyecto se sustenta en la experiencia de los consultorios de Consultorios de Atención Primaria de Hábitat (APH); es decir, en el trabajo sobre las condiciones del espacio, relevando las características físicas y sociales de la vivienda y del barrio, para construir consciente y colectivamente los problemas y los proyectos para el mejoramiento habitacional. En la experiencia de los APH, desarrollados por Proyecto Habitar durante 10 años en barrios informales, se ha identificado que son las mujeres quienes mayoritariamente participan de estas propuestas y que incorporan las inquietudes que surgen de su práctica, arrojando luz a rasgos no identificados de la desigualdad que enfrentan les pobladores de estos barrios.

Según el Registro Nacional de Barrios Populares (Re.Na.Ba.P.), en Argentina viven 4.080.000 personas en barrios, donde más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad del suelo ni acceso regular a dos o más de los servicios básicos (3) (red de agua corriente, red de energía eléctrica con medidor domiciliario y/o red cloacal).

Estos datos surgen del proceso de producción urbana, que obliga a un sector de la población a buscar soluciones habitacionales sin protección jurídica frente a desalojos y abusivas en los costos de compra o alquiler de un terreno o una vivienda. Este proceso empuja a más del 14% de la población argentina (4) a resolver el acceso a la vivienda por fuera del mercado formal, muchas veces autoconstruyendo con escasos o nulos conocimientos sobre la organización del espacio.

La información censal disponible nos brinda un primer acercamiento a los servicios urbanos de los que dispone la población. Sin embargo, para profundizar en el modo en el que se resuelven las necesidades cotidianas es necesario abordar estos datos desde la perspectiva de las mujeres, indagando en las actividades que realizan para sostener las tareas reproductivas de las que se hacen cargo.

A través de los datos podemos ver que, para una parte de la población, consumir agua en mal estado o cargar con gastos extra para la compra de bidones de agua potable, cavar pozos para resolver los desechos cloacales y cargar con los gastos del camión atmosférico para el vaciado de los mismos, son hechos cotidianos.

Sabemos también que no se cuenta con los muebles y utensilios necesarios para el bienestar físico y social. El mobiliario es el que se consigue y, junto con la falta de espacio, agudizan las dificultades para organizar las prácticas sociales dentro de la vivienda, tanto en los espacios comunes como en los íntimos, situación que tensiona las relaciones sociales.

En los dormitorios el espacio suele no ser suficiente, no hay lugar para los colchones que se necesitan, ni para guardar los objetos de uso, dificultando el descanso. Esta cuestión se agrava cuando los muros no aíslan térmica y acústicamente. Y, en ocasiones, el sitio para comer es el mismo para dormir y para cocinar, aumentando los riesgos de accidentes domésticos (5).

Con este proyecto se propuso que cada mujer que quisiera conformar el equipo de promotoras pudiera presentar sus preocupaciones, abrir la vivienda e indagar en la expresión doméstica del proceso de producción urbana anteriormente mencionado. La perspectiva de géneros habilitó las reflexiones sobre el espacio cotidiano y la lectura crítica permitió avanzar en la problematización de las reglas sociales naturalizadas en el hacer cotidiano. Así, a través de una propuesta pedagógica para la formación de “promotoras de hábitat”, se avanzó en la promoción de proyectos colectivos para mejorar el espacio donde transita la vida cotidiana de los barrios populares.

Los comentarios están cerrados.