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Los sistemas tecnológicos sociales como herramienta para orientar procesos inclusivos de innovación y desarrollo en América Latina

En las últimas décadas, América Latina vio crecer significativamente un conjunto de postulados, corrientes e incluso movimientos sociales que sostienen ya recurrentemente la imposibilidad de transformar las condiciones sociales y económicas si no es a través de procesos que valoricen la inclusión y la democracia. Sin embargo, la asociación entre producción de conocimiento, innovación y desarrollo social es peligrosa, o al menos ingenua, si se la aplica de manera determinista lineal. Si bien en las últimas décadas las inversiones públicas locales en I+D crecieron, no se tradujeron en innovación tecnológica inclusiva, ni alcanzaron a beneficiar a los usuarios potenciales calculados.

Frente a los sistemas tecnológicos basados en la maximización de la renta, los Sistemas Tecnológicos Sociales se presentan como una herramienta adecuada para generar dinámicas de inclusión y desarrollo, la socialización de bienes y servicios, la democratización del control y las decisiones, el empoderamiento de las comunidades.

Analizar un campo que articula la relación tecnología-inclusión social obliga a rechazar el principio de la explicación más simple, y desarrollar un modelo analítico amplio y heterogéneo, superador de los enfoques disciplinares lineales o soluciones puntuales. Por ello se propone un modelo alternativo para analizar, intervenir y generar políticas de innovación y desarrollo que permita superar las restricciones históricas de nuestras sociedades.

En los últimos treinta años, en nuestra región se extendieron un conjunto de enfoques, corrientes e incluso movimientos sociales que sostienen ya recurrentemente la necesidad de generar procesos que valoricen la inclusión y la democracia para revertir la desigualdad que caracteriza a América Latina.

En la década de 1990, la teoría del derrame operó como fundamento dominante en las políticas  públicas de todos los gobiernos latinoamericanos. Estas ideas sostienen que la acumulación económica genera, hacia abajo y “naturalmente” la distribución de la renta, y con ella la inclusión de los excluidos, y el desarrollo de los subdesarrollados. Una versión más aggiornada, la neo-schumpeteriana, incorporó a la teoría del derrame la innovación como motor de esa acumulación: las innovaciones generarían rentas extraordinarias mediante la inserción de nuestra producción en fluidos mercados globalizados. Complementariamente, los esfuerzos locales en ciencia y tecnología, en investigación y desarrollo generarían nuevos productos y procesos que alcanzarían con sus beneficios -en términos de mejores prestaciones, generación de empleos “de calidad” y menores costos- al conjunto de la población.

Semejantes postulados optimistas no se verificaron jamás en la práctica. Ni en términos amplios de derrame de la riqueza, ni en términos restringidos de distribución de los beneficios por innovación. A su vez, las inversiones públicas locales en I+D tampoco se tradujeron en innovación tecnológica, ni alcanzaron a beneficiar a los usuarios potenciales calculados. Las escasas excepciones a esta afirmación no son suficientes para mantener el irracional optimismo neoclásico.

La asociación entre producción de conocimiento, innovación y desarrollo social es delicada si se la aplica de manera lineal. La tendencia a vincular la universidad con la empresa puede ser beneficiosa para la sociedad si eso implica mayor financiamiento de la investigación, construcción conjunta de problemas, desarrollo de conocimientos y capacidades científicas y tecnológicas locales, desarticulación de la lógica de funcionamiento puramente académica de las universidades, etc. Pero eso no puede significar que las universidades públicas determinen sus prioridades y agendas excluyentemente de acuerdo a intereses de acumulación ampliada de las empresas. La lógica de mercado capitalista no va a resolver por sí misma los problemas sociales crónicos de America Latina como alimentación, salud, educación, problemas ambientales, asimetrías en el acceso a información y bienes culturales, etc.

Esta lógica de acción universidad-empresa puede incluso empeorar las condiciones sociales, profundizar las condiciones de exclusión y crear nuevas asimetrías. Sin embargo, este hecho no implica desalentar dicha relación. Existen múltiples estrategias posibles, que vinculen producción conocimiento, innovación y desarrollo social. Si bien algunas pasan por las relaciones universidad-empresa, otras pasan por la relación problema-solución de necesidades sociales, cuestiones ambientales, acceso a derechos, participación en la toma de decisiones, etc. Los estudios sobre sistemas de innovación muestran que las empresas capitalistas “flotan” en océanos amigables de procesos sociales de aprendizaje, relaciones usuario productor, dinámicas locales de innovación y producción, sistemas educativos, y satisfacción y creación de necesidades locales. Sin sociedades locales no hay innovación. Sin procesos sociales de aprendizaje no hay empresas innovadoras. Por otro lado, las empresas también “flotan” en océanos de espacio público. Si ese espacio público no se co-construye con la evolución de esas firmas, la innovación empresarial resulta, una vez más, inviable. Gran parte de lo que ocurre en una empresa capitalista guarda directa relación con su entorno. Pero gran parte de lo que ocurre en ese entorno es mucho más que microeconomía y mercado. Sólo pensar en la estructura de servicios públicos (electricidad, agua, combustible, comunicaciones, transportes, salud, seguridad, administración pública) revela la importancia del espacio público para la comprensión de las dinámicas de desarrollo. Claro que, para eso, es necesario revisar las propias nociones de “desarrollo”, observando que, en el mejor de los casos, las relaciones tecno-productivas empresariales son sólo un aspecto de la construcción de una dinámica social.

Y parte del problema es que esta visión neoclásica que desarrolla la economía de la innovación, que prioriza las relaciones empresariales sobre el resto de las relaciones económicas y sociales tiende a desatender los procesos de constitución y evolución de ese espacio público, y de las relaciones socio-técnicas que ésta implica. En este plano, la generación de Sistemas Tecnológicos Sociales constituye una cuestión clave a explorar y profundizar.

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