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Los límites de lo doméstico. ¿son nuestras viviendas capaces de adaptarse a distintos modos de vivir?

Herramientas para analizar una vivienda

Varios autores han tratado el tema de la vivienda actual de manera teórica y práctica. Buen ejemplo de ello son las publicaciones “Recomendaciones para una vivienda no jerárquica ni androcéntrica” (Muxí Martínez, 2009) y “Flexibilidad y Jerarquías de género” (Falagán, 2015). Ambas plantean una serie de herramientas que permiten hacer un diagnóstico de flexibilidad e igualdad de género en las viviendas existentes; por un lado, a través de la capacidad de los espacios a adaptarse a diferentes situaciones (simultaneidad de usos en baños, desjerarquización de habitaciones, relación entre cocina y sala, terrazas habitables, etc.) (ver fig. 5), y por el otro, para analizar si se han tenido en cuenta los usos cotidianos en su desarrollo (almacenamiento, ciclo de la ropa, eje de la comida y espacios de trabajo) (ver fig. 6), para ser capaces de proponer respuestas alternativas, consiguiendo espacios más flexibles e igualitarios. En el caso que se presenta a continuación como ejemplo, David H. Falagán plantea el análisis a partir del edificio de viviendas G2 de TAC arquitectos (ver fig.4):

Figura 4. Dibujo original de David H. Falagán para la publicación “Qüestions d’Habitatge nº 22. Flexibilidad e Igualdad de género en la vivienda” (2019). Página 19.

Figura 5. Flexibilidad de espacios. Protocolo de análisis desarrollado por David H. Falagán para revisar los proyectos del IMHUB, aplicado al Edificio G2. Imagen publicada en “Qüestions d’Habitatge nº 22. Flexibilidad e Igualdad de género en la vivienda” (2019). Página 20.

Figura 6. Usos cotidianos. Protocolo de análisis desarrollado por David H. Falagán para revisar los proyectos del IMHUB, aplicado al Edificio G2. Imagen publicada en “Qüestions d’Habitatge nº 22. Flexibilidad e Igualdad de género en la vivienda” (2019). Página 21.

Soluciones contemporáneas en Barcelona y Quito

Las arquitectas de Cierto Estudio (Barcelona) (10), junto al arquitecto Franc Llonch, ganaron en mayo de 2017, con su Comunitat Habitacional (11), el primer premio del concurso internacional “Illa Glòries” en Barcelona. En este proyecto se fomenta el sentimiento de comunidad a través de los accesos a las viviendas, promoviendo las relaciones entre vecinos mediante la domesticidad de los espacios compartidos (estacionamiento de bicis, juegos infantiles, espacios de ocio equipados, etc.). Además, a partir de las pasarelas de acceso a las viviendas, tratadas como balcón colectivo, se favorece la apropiación de estos espacios intermedios, asegurando su vigilancia y promoviendo la corresponsabilización de los cuidados por parte de los vecinos (ver fig. 7).

Figura 7. Visualización original de Cierto Estudio del proyecto “La Comunitat Habitacional” (2017).

En cuanto a la tipología de vivienda que proponen para dar respuesta a las cambiantes necesidades de la sociedad, plantean un sistema de agregación modular dinámico, que posibilita, con una misma estructura de paredes, que cada planta del edificio sea totalmente diferente, adaptándose a los requerimientos de los habitantes, en medida de lo posible, con estancias desjerarquizadas, de tamaños similares, que facilitan los cambios de uso (ver fig. 8).

Figura 8. Sistema modular dinámico. Tipología de vivienda del proyecto “La Comunitat Habitacional”, de Cierto Estudio.

A su vez, el estudio de arquitectura Jaramillo Van Sluys (Quito) (12) gana también en 2017 el concurso “Iquique Vivienda Colectiva” (13) , bajo el encargo de un edificio de viviendas en el barrio de La Tola, al límite del Centro Histórico de la ciudad de Quito. Este estudio, muy hábilmente, propone una innovación tipológica, y no tecnológica como demanda el promotor -Klein Soto- en un primer instante. Poniendo en práctica los conceptos vistos anteriormente, Esteban Jaramillo y Christine Van Sluys proyectan habitaciones desjerarquizadas y plantean la posibilidad del uso simultáneo de distintos aparatos en las cámaras higiénicas (ver fig. 9). Este cambio de paradigma comporta una mayor flexibilidad en las viviendas y, por tanto, que éstas puedan ser vendidas con mayor facilidad, adaptándose a diferentes tipos de unidades de convivencia.

Figura 9. Desjerarquización de las viviendas del Edificio Iquique, del estudio de arquitectura Jaramillo Van Sluys (2019).

Diseño y normativa deben ir de la mano

Si bien es cierto que es posible hacer una arquitectura adaptada al contexto actual, facilitando modos de vida que ya existen, la normativa de ambos sitios estudiados no favorece este cambio, sino que, generalmente, lo paraliza, por lo que es necesario que ésta evolucione y aspire, no sólo a garantizar mínimos, sino también los diversos modos de vivir, de una manera digna.

Con el objetivo de incorporar a la ecuación las diferentes maneras en que las personas conviven, es necesario que los respectivos Institutos Nacionales de Estadística les presten a las distintas unidades de convivencia la atención que merecen. No obstante, esto no será suficiente si no se comprometen, a su vez, a publicar de manera coherente y clara todos los datos obtenidos, de modo que quede siempre quede una puerta abierta al florecimiento de nuevos enfoques en el análisis de unos mismos datos, enriqueciendo la información que se puede inferir de estos y finalmente posibilitando un diagnóstico -colaborativo- de las necesidades de la población más amplio y riguroso.

Asimismo, cualquier modificación en la normativa debe incluir alternativas realistas y recursos que le den soporte, ya que, por ejemplo, en el caso de la Modificación del Plan General Metropolitano en Barcelona, con respecto a la reducción de aparcamientos mínimos requeridos en los edificios de viviendas, si no existiese un transporte público eficaz, capaz de respaldar este cambio, esto no tendría sentido, por mucho que existiese una demanda puntual, ya que podría afectar negativamente a muchos otros edificios.
Igual de importante es, también, que los arquitectos sean capaces de incorporar, y, de hecho, poner en el centro de los diseños, la vida cotidiana. A partir de esto, se deben poder proponer soluciones creativas, flexibles y, a la vez, rentables, para que sean, sin que quepa la menor duda, la mejor opción de entre todas las posibilidades.

Finalmente, la fórmula de las cooperativas de vivienda, en la que los promotores son al mismo tiempo los usuarios, puede ser una solución a la tensión que generan los intereses encontrados entre estas dos partes (cuando son diferentes), puesto que por un lado, usualmente los promotores quieren extraer el máximo rendimiento económico de cada conjunto habitacional que construyen, y, por otro, los futuros habitantes, como es lógico, aspiran al buen vivir, en general, más exigente que el mero cumplimiento de unas condiciones mínimas de habitabilidad. Aunque estas dos posiciones no necesariamente deberían estar reñidas, hasta que la normativa no se adapte a los requerimientos actuales, lo estarán.

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