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Informalidad urbana y acceso al suelo. Políticas habitacionales en el Municipio de Córdoba (1990-2010)

La dinámica espacial que han mantenido las ocupaciones informales, ha reflejado la búsqueda de espacios urbanos vinculados a áreas de mayor consolidación. Si bien en sus orígenes, por ejemplo, las Villas, ocupaban tierra periférica y por casos alejadas de las áreas urbanas consolidadas, respondiendo a una estructura demográfica y laboral del momento, en años más recientes buscan la ocupación de tierra interna y cercana a las áreas de centralidad, lo que se vincula con la proximidad entre servicios, posibilidades laborales y residencia, es decir, a los beneficios que supone vivir en áreas urbanas (Monayar, 2014). Esta particularidad en la dinámica de localización histórica de las villas, da cuenta de una lógica territorial específica que poco ha sido contemplada por las políticas, como veremos más adelante.

Tomando como base el “Monitoreo de la Irregularidad Urbano-Dominial”, se seleccionaron los casos correspondientes con las tres categorías definidas como “Informal”. Las mismas fueron registradas en un mapa de información georreferenciada, por categoría y periodo de conformación (1990-2001 / 2001-2010) (Figura 1). El mismo, ha permitido obtener información precisa y ordenada de la localización, como así también de las condiciones urbanas (patrón de asentamiento, forma de ocupación del espacio, loteo, infraestructura y servicios, etc.), situación ambiental (localización según usos, compatibilidad ambiental de actividades) y, en algunos casos, datos sobre la propiedad de la tierra (según el agente promotor y el modo de ocupación del espacio). Se analizó la evolución de la informalidad urbana en el municipio, como producto y como proceso, sus productores, agentes intervinientes y sus pobladores, a fin de establecer semejanzas y diferencias entre las tipologías señaladas.

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Cada una de las situaciones urbanas informales identificadas, presentan características propias y particulares que se relacionan, en gran medida, con el modo de ocupación del espacio (Figura 2). Por un lado, las villas responden en su origen a una sumatoria de unidades habitacionales, a veces en un terreno reducido, lo que supone que para que más familias puedan entrar en él, hay que sobre densificar el espacio. Por otro, los Loteos fraudulentos y las Tomas de tierra, respetan el trazado urbano “formal” a fin de asemejarse a la “ciudad”: “No somos una villa, somos un barrio y familias que queremos una vivienda digna para nuestros hijos” es parte del discurso que a menudo se escucha en estas ocupaciones.

Cabe preguntarse entonces, si esa conformación desordenada que generalmente identifica las ocupaciones, es la que sus habitantes buscan o la resultante de las propias lógicas de la necesidad. Los cambios en las modalidades y prácticas informales en el Municipio de Córdoba8, indican la búsqueda de un orden reconocido que los incluya como ciudadanos.

La informalidad, no es la NO forma sino otra forma, otra lógica de ocupación del espacio urbano, que no cumple o no puede cumplir con los procesos acordados formalmente. Estos últimos requieren asumir grandes costos de suelo, compromisos de urbanización, garantías de pago, calidad edilicia, entre otros, que implican la necesidad de contar con un ahorro económico sostenido en el tiempo. Estas condiciones de acceso formal, están ligadas, en una economía de mercado, a las posibilidades de adquirir bienes a través de transacciones económicas, incluidos suelo y vivienda.

Suelo y vivienda, son bienes indispensables para la producción y reproducción de la vida y más aún de la vida urbana. Esas lógicas y procesos necesitan ser analizados, comprendidos e incorporados en las modalidades, diseño, ejecución y evaluación de los programas habitacionales y no sólo cuando se considera la regularización de la informalidad, sino de manera preventiva, posibilitando la elección y desarrollo equitativo de cada sector social en la conformación del territorio urbano. Si la informalidad es la falta ante una forma antepuesta, es necesario analizar, entender y rever, no sólo la lógica formal de la ciudad sino también la de la informalidad. El desconocimiento de las formas de la informalidad, es también parte de la invisibilización de un problema y de la efectividad de las soluciones ante el mismo.

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