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El submercado. La segregación urbana a tráves del prceso de mercantilización y desmercantilización

¿Cómo impactan las políticas neoliberales a los sectores de menores recursos? ¿Cómo se ve reflejado en la ciudad?

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el resultado de procesos de fragmentación y desigualdad que por momentos integra o expulsa a las personas con menores ingresos. Ello se debe a las privatizaciones de los servicios y la disminución del gasto público, dando origen a un sector de la sociedad económicamente insolvente.

Cuando parte de la población es excluida, es esperable que busque ser nuevamente incluida. Uno de los medios para cumplir con ese objetivo, es a través de la organización colectiva, que busca dar una respuesta a la carencia y una solución a la falta de accesibilidad del hábitat. La principal medida de acción para cubrir esta necesidad, es la ocupación del suelo de forma ilegal por medio de la toma (8). Al principio la población se asienta en villas de emergencia pero ante la falta de una respuesta a sus reclamos, con el tiempo la ocupación pasa a ser permanente.

Los medios de comunicación suelen actuar como un actor importante en esta ciudad fragmentada y desigual, ya que utilizan la comunicación como una herramienta de demonización de estas disparidades sociales señalando a ciertos lugares como “las zonas de no derecho”, “los sectores en problemas”, los barrios “prohibidos” o “salvajes” de la ciudad, fabricando una realidad y una percepción alterada, considerando estos territorios de autoconstrucción, como lugares de temer, de los que hay que huir y a los que hay que evitar. Esto trae aparejado que a la hora de la búsqueda laboral se estigmatice a los que residen en estos lugares, dificultando aún más su ingreso al mercado formal de trabajo.

En la ciudad de Buenos Aires se puede observar que existen 14 villas, 22 asentamientos y 2 NHT, que se ubican, no casualmente, mayoritariamente en la zona sur. El principal factor que explica este fenómeno es la mayor cantidad de suelo sin ocupar, la menor conectividad con el resto de la ciudad, etc.

“La localización residencial es uno de los elementos más importantes en el universo familiar de los pobres. A partir de la localización residencial, los pobres pueden tener acceso diferenciado a núcleos de empleo y renta, bolsas de servicio y comercio urbano, transporte colectivo, equipamientos y servicios públicos, así como a otros factores de accesibilidad”(9)

Ilustración 1. Localización villas, asentamientos o núcleo habitacional transitorio por comuna. CABA.

Al poner énfasis en romper con el sesgo del discurso mediático, entendiendo a las transformaciones del territorio -contexto e historia- y teniendo en cuenta la contraposición entre la posición liberal y la que postula la necesidad de redistribución de la riqueza, se procedió a reconocer a la segregación urbana originada por la mercantilización en el mercado de la vivienda y los efectos ocasionados por el submercado en la metrópolis.

El mercado informal de la vivienda. El poder del submercado.

Existen varios factores que contribuyen al crecimiento de la ciudad, pero la falta de política de vivienda, los procesos migratorios y la exclusión de un gran sector de la población que debe insertarse de forma informal y precarizada al mercado laboral han sido las claves del surgimiento del submercado de la compra-venta de suelo urbano o de viviendas y de su alquiler en el mercado inmobiliario informal.

“Podemos encontrar mercados cuyo objeto está inscrito en la normalidad jurídica y urbanística, que llamamos “mercados formales”, y mercados cuyo objeto de transacción no se encuadra en los requisitos normativos jurídicos, que llamamos “mercado informales de suelo urbano” (10)

Ilustración 2. Hogares por régimen de tenencia de la vivienda según villa, asentamiento o núcleo habitacional transitorio

El mercado inmobiliario se plantea en los barrios que analizamos desde la informalidad. En ellos el inmueble pasa a ser un bien mercantil rompiendo con todos los lazos de solidaridad que existían históricamente. Esto se debe a las necesidades por parte de los inquilinos que no pueden insertarse en el mercado formal o a las de los núcleos familiares que lo ven como un ingreso mensual.

Según el último Censo Nacional (2010) se estima que en la ciudad de Buenos Aires existen 17759 familias que se encuentran en esta situación de alquiler alternativo. Podemos conjeturar que este número aumentó con el transcurso del tiempo, ya que se han expandido en extensión y en altura los procesos de autoconstrucción.

Ilustración 3. Censo 2010. Hogares por régimen de tenencia de la vivienda según villa, asentamiento o núcleo habitacional transitorio.

“Cada submercado -compra-venta o alquiler- se va despegando de estas redes. El de alquiler va adquiriendo una lógica propia, ya que una porción de la construcción es destinada directamente para la obtención de renta a partir de un producto específico: los cuartos de alquiler, en su mayoría con baño compartido” [tootip tip=»CRAVINO MARÍA CRISTINA, Relaciones entre el mercado inmobiliario informal y las redes sociales en asentamientos informales del área metropolitana de Buenos Aires. Territorios 18-19, Bogotá, 2008, p.142.»](13)[/tooltip]. El propietario alquila habitaciones que comparten el baño y cocina con otros inquilinos o pequeños núcleos habitacionales constituidos por la habitación, baño y cocina. Suelen carecer de buena ventilación, lo cual lleva a sus ocupantes a habitar de forma precaria, hacinados y sin privacidad.

El valor económico, por su parte, no se encuentra tan alejado del valor en el mercado formal. “Aquellos que alquilan esperan obtener una renta y por esta razón expulsan a los inquilinos que no pagan su mensualidad sin mediar negociaciones, en cambio en las transacciones de compra – venta la negociación es relevante y encontramos casos en que condonan las deudas, o se las permutan por un electrodoméstico o ropa. Todos los vecinos van conociendo cómo se opera en el mercado inmobiliario informal y piensan en aprovechar algunas de las oportunidades, como el alquiler, ante la presión por la llegada de nuevos vecinos al barrio” (14).

Ahora bien, esta problemática no es la única contrariedad con los que se encuentran los inquilinos, en cuanto a las relaciones sociales: “La principal fractura en la sociabilidad barrial está signada por el mercado inmobiliario informal. Esta es la división entre dos grupos con intereses antagónicos: los que se consideran propietarios -aun cuando no tengan el título que lo acredite- y los inquilinos” (15).

Esta división se da porque no se considera a los inquilinos como parte del barrio sino como personas que se encuentran de paso: “Los residentes […] entran en el juego especulativo de ganancias y pérdidas de propiedad inmobiliaria promovido por las transformaciones de la estructura intra-urbana” (16). Lo que ocurre en realidad es que el inquilinato es la forma de ingreso al barrio para poder acceder al suelo urbano con el paso del tiempo.

Este nuevo mercado no inserto en las redes de distribución de recursos estatales trae complicaciones ante los procesos de regularización dominial y los programas de mejoramiento barrial, ya que no son aplicados a los inquilinos, sino solamente a los propietarios.

Nos encontramos entonces ante otro dilema, porque los propietarios no solo mueven los recursos económicos en un mercado paralelo, sino que en muchos casos no permiten que se puedan censar a estos inquilinos ya que no quieren perder sus beneficios como titulares de programas sociales.
1.5. Estamos ante un mercado informal paralelo que termina regulando como nuevo actor de poder bajo sus normas la forma de habitar, pero ¿cómo se inserta el Estado como actor regulador principal?

El Estado como actor regulador principal puede actuar interviniendo con la realización de viviendas sociales, las que serán pagadas por los nuevos propietarios una vez firmadas las escrituras, cediendo la tenencia dominial perteneciente al Estado.

Estas viviendas entregadas también se encuentran indirectamente atravesadas por el mercado informal. Aquí el Estado no actúa con poder de policía, sino que entrega la vivienda a la familia censada para que pueda habitar en mejores condiciones.

También surgen algunos casos en los que la vivienda social también termina insertándose en el mercado inmobiliario informal, cuando las familias proceden a la venta-compra o al alquiler de una habitación o la vivienda completa a un tercero, sea por necesidad o porque la vivienda no cumple con el espacio necesario que necesita la familia para desarrollar su actividad económica (kioscos, almacenes, verdulerías, etc.).

Esta actividad inmobiliaria puede traer varios inconvenientes:

  • La compra-venta informal del inmueble termina afectando los lazos de confianza y solidaridad que existen en los núcleos habitacionales, ya que en su mayoría cuando son trasladados suele ser porque existe un tipo de lazo social previo.
  • Se gesta, a través de la desmercantilización por parte del Estado, una mercantilización privada del inmueble, pero con las contribuciones fiscales de todos los ciudadanos.
  • Solo se reubica a los sectores censados, no existiendo una política que abarque a los inquilinos informales.

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