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COMÚN-TECTURAS: arquitecturas de lo común para resignificar el espacio doméstico

COMÚN-lectura

Para el análisis de lo común en la vivienda colectiva se propone su lectura en los casos de estudio mediante una serie de variables construidas a partir de cuatro años de estudio previo (2). Inicialmente se partió de unas más aisladas (límites, visuales, flujos, ruidos, relaciones volumétricas, protección, luz, ventilación, distancia, secuencia, simultaneidad de usos y materialidad) y demasiado separadas por escalas (conjunto, bloque y unidad). En este proceso fuimos descubriendo la necesidad de vincular estas primeras variables para entender la vivienda colectiva en clave de lo común, donde lo relacional en la proximidad es clave.

Para ello, finalmente se decidió la metodología, en la que se basa el presente artículo, a partir de variables de carácter relacional que nos ofrecen una posibilidad más interesante de leer lo común. Por un lado, unas en relación a la escala del conjunto, como son proporciones, infiltraciones, relaciones y situaciones. Esta última, además, incluye recortes más detallados, a modo de zoom. Por otro lado, otras se muestran en la escala del bloque, como son actividades, articulaciones, gradientes y regulaciones. La escala de la unidad quedó descartada por estar demasiado aislada. Cada una de ellas tiene unos criterios de análisis gráficos particulares, que se detallan a continuación.

Cabe destacar que éste es un análisis proyectual; es decir, que permite reconocer lógicas proyectuales a partir de lo común. Esta misma propuesta conceptual sirve para realizar nuevos proyectos de vivienda colectiva a partir de las mismas variables como herramientas proyectuales.

Proporciones

La lectura de la variable de proporciones sirve como dato inicial y general para entender de manera rápida y clara cuál es la cantidad de ocupación y la proporción de los espacios comunes en los conjuntos estudiados. Para ello, se realiza una pieza gráfica donde se marca toda la cantidad de espacios comunes de manera genérica por planta. Acá se tienen en cuenta los espacios comunes, tanto abiertos como cerrados, interiores y exteriores, además de los núcleos verticales. Se trata de delimitar la polilínea que separa aquello que es genéricamente común de aquello que tiene carácter de público o de privado en el diseño arquitectónico. Esta será la base a partir de la cual se irán descomponiendo estos espacios comunes en las siguientes variables, con mayor detalle.

Para la comparación de los casos entre sí, se elige la planta baja como la más representativa de todas, puesto que es en ella donde se concentran la mayor cantidad de superficie de espacios comunes de los conjuntos. Además, por lo general, las plantas de las cubiertas suelen estar en desuso o infrautilizadas.

Por otro lado, esta pieza gráfica comparada entre los casos (ver figura 3) sirve para visibilizar la cuestión de la escala de intervención y su determinación en los espacios comunes, tanto cuantitativa como cualitativamente. Al mismo tiempo, la comparación de los casos a la misma escala también visibiliza la magnitud de los proyectos, que van desde el pequeño conjunto de Quintana 4598 hasta el hiperconjunto de Lugano I y II.

Figura 3: Pieza gráfica comparativa de “proporciones”. Fuente: Nicolás Blanco, Rodrigo Herrera, Alejandro Zorio, Aldana Aimé Pannocchia, Ramiro Horst, Federica Strupeni, Leonela Spada, Clara Caballero y Anabella Ullo, en el marco del laboratorio de investigación.

Además, sumando algunos datos de cada caso sobre superficie construida, superficie de espacios comunes reconocida con la pieza gráfica descrita y la cantidad de habitantes, este tipo de lectura sirve para reconocer la proporción de espacios comunes por persona en relación a la proporción de espacios propios por persona. De esta manera, podemos entender cuál es la relación entre espacios propios y comunes destinados en cada proyecto (ver tabla 2).

Tabla 2: Comparación de proporciones de espacios entre los casos elegidos. Fuente: elaboración propia.

De esta tabla podemos aislar los datos de espacios comunes y propios por habitante para comparar con mayor detalle la proporción de los mismos en cada conjunto. Como se puede observar en los gráficos de barras (ver fig. 4), los casos que presentan mayor porcentaje de espacios comunes son Los Perales -con un 62,15%- y Lugano I y II -con un 32,09%-. A pesar de esto, sabemos que son los casos que presentan mayores deficiencias en relación a la apropiación y al mantenimiento de los espacios comunes. Los Perales, además, es el caso que tiene más cantidad de espacios comunes. Por tanto, una primera reflexión es que ni la cantidad ni el porcentaje de espacios comunes resulta un dato consistente por sí solo para analizar lo común.

Figura 4: Comparación de cantidad (izquierda) y porcentaje (derecha) de espacios comunes y propios por persona entre los casos elegidos. El orden de las barras corresponde con el orden de la tabla anterior (tabla 2), siendo, de izquierda a derecha: Los Perales, Nicolás Repetto, Conjunto Rioja, Lugano I y II, Quintana 4598 y La Fábrica. Fuente: elaboración propia.

En cambio, la tendencia hacia una proporcionalidad más equilibrada entre cantidad de espacios comunes y cantidad de personas parece más acertada. En este sentido, los casos más significativos son La Fábrica -con 8,58m2 y un 27,60% de espacios comunes por persona-, pero, sobre todo, Quintana 4598 -con 14,16m2 y un 28,16% de espacios comunes por persona-, que, sumados a los 36,13m2 propios, resultan 50,29m2 por persona. Este último caso es el que presenta un mayor equilibrio entre la cantidad de espacios y su proporción por persona. No es menor que ambos casos sean especialmente interesantes por la riqueza de la vida comunitaria que ofrece el conjunto, cosa que puede indicarnos que proporciones de este tipo puedan ser una primera guía para el diseño de los espacios comunes.

Infiltraciones

Esta pieza gráfica sirve para mostrar cómo se infiltra lo común en el contexto; es decir, cómo es la relación en la planta baja con el entorno, ya que suele ser la planta más importante a nivel de lo común (ver fig. 5), donde se concentra la mayor cantidad de superficie destinada al uso de la comunidad y donde “todas las escalas de asociación […] se agrupan en torno al espacio intermedio entre usuario, edificio y ciudad” (Juárez Chicote; Rodríguez Ramírez, 2014: 60).

Figura 5: Pieza gráfica comparativa de “infiltraciones”. Fuente: Nicolás Blanco, Rodrigo Herrera, Alejandro Zorio, Aldana Aimé Pannocchia, Ramiro Horst, Federica Strupeni, Leonela Spada, Clara Caballero y Anabella Ullo, en el marco del laboratorio de investigación.

Aquí se empiezan a desglosar los espacios comunes, reconocidos anteriormente con la variable de proporciones. Por un lado, están los espacios colectivos, que se dan en grandes conjuntos de vivienda, de interacción a mayor escala, como sucede en los espacios libres entre torres en Lugano I y II o entre las barras de Los Perales. Por otro lado, reconocemos los espacios comunitarios, de interacción intermedia, que se dan al interior de cada bloque, edificio o conjunto. Este tipo de espacios, aunque sea de manera residual, se da en todos los casos. Cabe destacar los espacios de infiltración urbano-habitacional que se dan en Nicolás Repetto y La Fábrica, con plantas bajas vivas e interactivas.

Por último, esta variable de infiltraciones también marca los núcleos de accesos, conexiones y circulaciones verticales, así como los espacios dedicados a vivienda y equipamientos de carácter urbano. Éstos últimos no son considerados espacios comunes, pero son importantes tenerlos en cuenta para entender la vocación del proyecto en relación a lo urbano, lo común y lo residencial. Así, el conjunto Nicolás Repetto ofrece una planta baja de carácter marcadamente urbano y de servicios barriales, además de interesantes espacios de transición y de interacción comunitaria. También podemos destacar la cesión de espacio público en la ochava de Quintana 4598 o la inclusión de espacios para guardados comunes, como bicicletas, en La Fábrica.

También se reconocen aquí los ingresos a los núcleos de acceso a cada bloque y/o vivienda privada y la repercusión del asoleamiento y las sombras generadas en ese espacio común en planta baja, cosa que sirve para entender un poco más cualitativamente esos espacios. En este sentido, Lugano I y II presenta una alta incidencia de las sombras en los espacios comunes, debido a la elevada altura de las torres, cosa que genera cualidades ambientales diversas, pero poco controladas. En cambio, en Los Perales las sombras se dan por la vegetación y no por las barras, debido a su orientación y su baja altura. En este sentido, este barrio presenta una gran riqueza espacial y ambiental, con diversos matices y situaciones para la convivencia y el encuentro en el exterior.

Finalmente, cabe destacar la importancia de los límites en el estudio de las infiltraciones de lo común en planta baja, como desniveles, bordes, canteros, obstrucciones, cercas o rejas. Por un lado, se debe dar cuenta de la accesibilidad universal y la continuidad espacial y, por otro, del nivel de apertura o cierre del conjunto y su comunidad con la vida urbana. En este sentido, aunque en algunos casos la construcción de desniveles puede ser un factor interesante a la hora de generar mayor intimidad sin perder la conexión urbana, el Conjunto Rioja presenta varios desniveles y obstrucciones en su inserción, que dificultan el acceso al conjunto.

Relaciones

Por otro lado, si entendemos que el espacio se construye a través de relaciones sociales (Palop, 2017), podemos reconocer la construcción relacional de nuestras identidades personales. En este sentido, los espacios comunes de las viviendas colectivas son aquellos donde se da la primera conexión con lo público, más allá de lo íntimo, como primera escala de relaciones sociales (Franco López, 2017). Así, para poner en discusión los casos analizados desde la variable de relaciones que permiten a partir de sus formas urbanas y configuraciones revisamos las posibles interacciones que se pueden propiciar en sus espacios comunes, donde las personas pueden ejemplificar la capacidad de los casos para fomentar escenas cotidianas y donde se ponen en juego las relaciones vecinales.

Para ello, el corte perspectivado como pieza gráfica permite reconocer las relaciones espaciales que se dan en los conjuntos analizados, invitando a “una reflexión sobre la pertinencia de mirar “entre” los lugares arquitectónicos que forman nuestro entorno construido para descubrir la arquitectura que los pone en relación” (Rodríguez Ramírez, 2016: 25). Gracias a este recurso gráfico se pone en evidencia la relación formal, visual y vincular que se da entre las diversas partes de los conjuntos, en situaciones exteriores como balcones, terrazas, cubiertas, etc., en patios y en los diversos espacios de transición (ver fig. 6).

Figura 6: Pieza gráfica comparativa de “relaciones”. Fuente: Nicolás Blanco, Rodrigo Herrera, Alejandro Zorio, Aldana Aimé Pannocchia, Ramiro Horst, Federica Strupeni, Leonela Spada, Clara Caballero y Anabella Ullo, en el marco del laboratorio de investigación.

Por un lado, podemos destacar las morfo-tipologías edilicias de los conjuntos, como las torres en planta baja libre de Lugano I y II, las barras dentro de un gran parque de Los Perales o la tira y el claustro de La Fábrica. Por otro lado, se reconocen también la escala de los proyectos, así como las relaciones de distancias que se dan en las interacciones sociales. En este sentido, La Fábrica es el caso que presenta una mejor relación a escala humana, ofreciendo intercambios y visuales cruzadas y múltiples. Esto se refuerza, además, con un diseño interesante en corte, ofreciendo diferentes situaciones de distanciamiento y variaciones en las relaciones, tanto en el patio interior, como en el pasaje o en las terrazas de los niveles superiores.

Por su lado, Los Perales, aunque no permite la interacción directa con situaciones de proximidad, ofrece una interesante relación con la naturaleza entre las tiras de viviendas. Además, también se da el control vecinal de los espacios comunes, debido a que los ambientes residenciales median con ese parque exterior, hacia un costado de la tira y, por el otro, se da por los pasillos a modo de galería.

En cambio, Lugano I y II no presenta cualidades relacionales de escala humana, sino que se caracteriza por su dimensión de gran escala y las visuales más paisajísticas y lejanas.

Situaciones

Desde esta variable se analizan las situaciones domésticas que se dan en los conjuntos como forma de entender el espacio y performativizarlo, puesto que son “los verdaderos escenarios en los cuales se pone en juego la construcción socio-espacial de las ciudades” (Lindón, 2009: 14). Al mismo tiempo, estas situaciones están interconectadas, porque los sujetos que están en un lugar están relacionados con otros sujetos, que de diferentes formas pueden influir en lo que ocurre ahí, cosa que implica la necesidad de “poner la mirada en los distintos ámbitos en los que se desarrolla la conducta, así como en la necesidad de intervención con individuos, grupos e instituciones” (Vallejo Jiménez, 2013: 5).

Esto plantea también seguir indagando en los límites de lo doméstico a partir de lo común, más allá de lo público y lo privado, haciendo hincapié en las formas urbano-arquitectónicas como esos escenarios que posibilitan una gran variedad de situaciones espontáneas, diversas, cambiantes e interactivas, donde la vida se desarrolla y donde se establecen las relaciones de vecindad y los vínculos en la proximidad. La arquitectura se convierte, así, en “el soporte de la acción espontánea, de la necesidad pura, de la emergencia de uso” (Sánchez Llorens; Rodríguez Ramírez, 2017: 5).

Para el análisis de situaciones se propone un corte axonométrico, puesto que da cuenta de los espacios en sus diferentes dimensiones y relaciones (ver fig. 7). Se detectan las situaciones más interesantes a estudiar, que se marcan a partir de recortes de mayor proximidad y detalle. La mayor parte suceden en espacios abiertos en las plantas bajas o terrazas, como en el Conjunto Rioja; en las cubiertas, como en Quintana 4598; en las escaleras, como se destaca en Los Perales; o en los espesores de fachadas y su relación en el exterior, como se marca en el caso de Los Perales o Quintana 4598. El reconocimiento de las situaciones sirve, además, para destacar los puntos clave de los casos estudiados en relación a lo común y poner en valor sus dimensiones más cualitativas y ambientales.

Figura 7: Pieza gráfica comparativa de “situaciones”. Fuente: Nicolás Blanco, Rodrigo Herrera, Alejandro Zorio, Aldana Aimé Pannocchia, Ramiro Horst, Federica Strupeni, Leonela Spada, Clara Caballero y Anabella Ullo, en el marco del laboratorio de investigación.

Actividades

Con esta variable de actividades se estudia la relación programática de los conjuntos en su cotidianidad, puesto que la vida cotidiana nos muestra un mundo subjetivo, que es, a la vez, intersubjetivo, social y compartido (Pichon-Rivière; Quiroga, 1970). En este sentido, los espacios comunes sirven para poner la vida en el centro de las decisiones proyectuales, puesto que pueden impulsar dinámicas de cotidianeidad en el conjunto, cosa que conlleva una mejora en la calidad de vida. Por ejemplo, espacios para los cuidados, para el encuentro, para la ayuda mutua y el diálogo, así como espacios para el ocio o el deporte, son aquellos donde se construyen las redes que permiten la resiliencia necesaria en momentos de máxima dificultad (Herrero, 2017). Pero, en realidad, la diversidad programática de los conjuntos estudiados alberga relativamente pocos programas diferentes al meramente residencial (ver fig. 8).

Figura 8: Pieza gráfica comparativa de “actividades”. Fuente: Nicolás Blanco, Rodrigo Herrera, Alejandro Zorio, Aldana Aimé Pannocchia, Ramiro Horst, Federica Strupeni, Leonela Spada, Clara Caballero y Anabella Ullo, en el marco del laboratorio de investigación.

El programa diferente al residencial es mayormente el de ocio, que se ubica principalmente en planta baja, como en Los Perales, Conjunto Rioja y Lugano I y II, o en las terrazas o cubiertas, como en Conjunto Rioja, Nicolás Repetto y Quintana 4598. Cabe destacar que en La Fábrica este programa se reparte tanto en planta baja como en planta primera, diversificando las actividades que allí se pueden realizar. Es importante mencionar que un diseño deficiente y desprovisto de los equipamientos necesarios de estos espacios para el ocio puede generar una mala apropiación de los mismos, con su consiguiente degradación y falta de mantenimiento, como ocurre en Conjunto Rioja o Lugano I y II.

Por otro lado, también se incluyen en algunos casos programas comercios, que fomentan la interacción del conjunto con la ciudad. Estos programas se ubican en planta baja, como en La Fábrica, en planta primera, como en Lugano I y II, o repartidos por diferentes niveles del edificio, como en Nicolás Repetto. Además, también se suman programas de tipo educativo o productivo. Ejemplos de esto son Nicolás Repetto, que representa en un edificio híbrido con múltiples programas urbano-habitacionales, y La Fábrica, que prevé unos espacios polivalentes para sus habitantes.

Por último, destacar que solo Nicolás Repetto contempla espacios para tareas reproductivas, como son una guardería y una lavandería. El resto de casos, aunque no plantean espacios destinados explícitamente a tareas de cuidados, algunas terrazas ofician esporádicamente de tendederos colectivos, como sucede en Conjunto Rioja o Quintana 4598. En La Fábrica esto se resuelve en las terrazas privadas de cada unidad, aunque es el conjunto que presenta, junto al de Quintana 4598, una mayor calidad de vida cotidiana y redes de cuidados entre habitantes. Éste último, plantea una diversidad de espacios interiores y exteriores en la terraza, cosa que permite ser usada por diferentes grupos de personas en simultáneo, incluyendo terraza verde, pileta y sum, con gran interacción entre habitantes.

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